Cuando hablamos de consumismo hay algunos términos que no podemos evitar tocar: capitalismo, industrialización, publicidad, incluso cuestiones filosóficas estudiadas por grandes pensadores desde antes del fenómeno.
Y es que, si bien el ser humano ha buscado satisfacer sus necesidades a lo largo de toda la historia de la civilización, con la Revolución Industrial, el aumento de la producción debido a la sustitución de la mano de obra por maquinaria y la publicidad basada en nuestros «impulsos irracionales» de los que los filósofos hablan, actualmente sentimos que necesitamos cada vez más.
Esto, en un sistema tan frágil como lo es el capitalismo, supone muchos impactos y daños colaterales, en la economía, en la cultura, en la salud, en nuestra forma de desarrollarnos como sociedad, y sobre todo, algo en lo que nos hemos estado dando cuenta últimamente: en el medio ambiente.
Que más allá de la generación masiva de residuos como plásticos de un solo uso, por ejemplo, o basura tecnológica, el consumismo produce una demanda mayor de producción de bienes, implicando un mayor consumo tanto de materias primas como de energía y, por lo tanto, impulsando un proceso lineal donde se extrae materia prima y energía, se transforma, distribuye y comercializa y finalmente, se desecha. Aquí, en cada una de las fases, se producen residuos e impactos directos a las matrices ambientales e, inherentemente, a los ecosistemas.
Y considerando que mantengamos este estilo de vida para 2050, cuando se estima que la población ascenderá a 9 mil 700 millones de personas, ¿tendremos materia prima y energía suficientes para cubrir la demanda?, ¿habremos agotado la capacidad de resiliencia de los ecosistemas?, ¿habrá espacio suficiente para deshacernos de nuestra basura?
Aunque es un problema arraigado en las bases de nuestro sistema, en realidad nos corresponde, sí o sí, a todas y todos; de igual forma, es importante recordar que el poder adquisitivo de una persona es determinante en el desarrollo de conductas consumistas. No está de más hacer una introspección y detectar áreas de mejora en nuestra forma de satisfacer necesidades.
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