Sinaloa es un Estado que se caracteriza por sus marcados contrastes geográficos, sociales, económicos y políticos. La parte costera es privilegiada por 620 Kilómetros de litoral que lo hacen único en su género; la calidad de sus tierras, principalmente de las zonas norte y centro lo hacen un emporio agrícola; posee importantes zonas turísticas, donde Mazatlán se lleva la corona por sus bellas playas, su infraestructura hotelera, su malecón, gastronomía y hospitalidad. Sinaloa además se distingue por sus bellas mujeres y su gran obra hidráulica.
Los altos de Sinaloa presentan otro panorama: poca tierra cultivable, incomunicación, violencia, desempleo y la minería y la silvicultura se encuentran en decadencia por los altos índices de inseguridad, solo se sostiene la ganadería. Lo “otro” es punto y aparte, se multiplica y es de color verde. Las expectativas de desarrollo y los proyectos de obras carreteras son un grito de esperanza para los pobladores de esta región como las carreteras Sinaloa-Chihuahua; Badiraguato-Guadalupe y Calvo Chihuahua, la cual tiene un avance físico global de 96.9%, con una inversión federal de 2 mil 289.6 millones de pesos y la Carretera Durango-Culiacán, conformada por el tramo los Herrera Tamazula, con una longitud de 292.4 kilómetros con un avance del 99.3%.
La Carretera que unirá a Topolobampo con Chihuahua y Texas, es un proyecto largamente acariciado que sigue adelante a pesar de su limitada inversión y sus constantes modificaciones. El puente que se planeaba construir por la presa Huites no será necesario al proyectarse un camino más recto que conecta directamente a Chihuahua. Los gobiernos de ambos Estados son los más interesados en culminar dicha obra, ya que mejoraría la comunicación y generaría empleo, progreso y bienestar para ambos Estados detonando el crecimiento comercial y económico del puerto de topolobampo.
En Sinaloa, el comercio, la industria y los servicios están padeciendo los estragos de la pandemia y de la Guerra Rusia-Ucrania. Aun así, hay movilidad financiera, el empleo presenta un aumento de 15,208 en promedio mensual al mes de julio. Ante todo esto, son muy importantes los proyectos de carreteras y las presas Picachos y Santa María que impulsarían al Estado en lo político, económico y en lo social.
Otros proyectos de gran calado son: el puerto de Topolobampo como puerta de México al medio oriente; la carretera Culiacán-Mazatlán, que dicho sea de paso se encuentra en pésimo estado y la Mochis-Estación Don, donde los moradores del Valle del Carrizo piden la reubicación de la caseta de peaje; el Tres Ríos que transformó Culiacán (donde muchos servidores públicos se despacharon con la cuchara grande adueñándose de varios de sus terrenos) y la gran inversión canalizada al puerto de Mazatlán que le dio brillo en infraestructura vial, en la administración de QUIRINO ORDAZ, pero que también sirvió para que varios funcionarios de la administración estatal 2017-2021 incrementaran su cuenta bancaria y acumularan bienes en propiedad raíz.
En el aspecto social la problemática en Sinaloa es diversa y compleja: luchas sociales y reivindicaciones económicas; la violencia que sube y baja pero no se retira y satisfactores sociales muy importantes que aún están rezagados como los servicios públicos, salud, educación, etc.
Toda esta amalgama de problemas hacen de Sinaloa un Estado muy difícil de gobernar, lleno de confrontaciones donde a veces no se puede distinguir quienes son los malos y quienes los buenos.
Precisamente en el entorno social es donde se perfilan los partidos y organizaciones políticas que hacen de la crítica, la denuncia, la presión y la movilidad una bandera electoral. En el terreno político, los partidos hacen de la política un carnaval que apunta al interés personal, donde los colores y la ideología no importan y se convierten en expertos trapecistas que brincan de un partido a otro.
Como se observa, gobernar Sinaloa no es tarea fácil, mucho menos en tiempos donde la tecnología desnuda conversaciones indecorosas, señala actos de corrupción y la historia se encarga de juzgar al gobernante cuando deja el poder.
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