Tienen una vida útil de 15 minutos a 2 horas, y tardan más de 100 años en degradarse.
El popote (de popotl, paja en voz náhuatl) alude al tallo de las plantas que crecían desde la época precolombina alrededor de la Gran Tenochtitlán y se usaba para fabricar escobas y artesanías, pero que como utensilio para pasar un líquido de un recipiente a la boca era conocido también por otras culturas milenarias como pajita, absorbente, carrizo, sorbete, calimete, cañita o pitillo.
Y aunque fue hasta finales del siglo XVIII cuando se empezó a producir, hecho de tiras de papel enrolladas en espiral y cubiertas de parafina, fue en 1940 cuando inició la fabricación del popote en un material resistente que mantenía el sabor original de las bebidas: el plástico.
A pesar de tantos estudios que advertían acerca de los plásticos invadiendo el océano, como sociedad en general, permanecíamos ignorantes a la problemática, hasta que en agosto del 2015, un grupo de biólogos en conservación marina subieron un video a youtube donde logran extraer un popote de 12 centímetros de la fosa nasal de una tortuga en Costa Rica.
En el estudio La Economía del Plástico, publicado en 2016 por la Fundación Ellen MacArthur, el Foro Económico Mundial advirtió que, de continuar con el uso de popotes y otros materiales de plástico, en 2050 habrá más plástico que peces en el mar.
De igual forma, la Conferencia sobre los Océanos 2017 expuso que los océanos contienen 18 mil fragmentos de plástico por Km2, por lo cual anualmente perece un millón de aves, cerca de 100 mil mamíferos marinos de 600 especies, además de tortugas marinas.
Si bien es cierto que, ante tantas cifras aterradoras, y la presión de grupos activistas, muchas compañías trasnacionales y mexicanas han dejado de usar por completo los popotes, o al menos, los han sustituido por algunos de materiales biodegradables, sin embargo, un informe de 2016 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente afirma que los plásticos biodegradables no han reducido la basura que termina en los océanos.
Actualmente ya se cuenta con proyectos alternativos para producir popotes compostables, no transgénicos y 100 por ciento libres de plástico, elaborados a base de mango petacón, de semilla de aguacate, algas marinas, celulosa con cubierta de resinas naturales, e incluso comestibles, con sabor a mango, chocolate y caramelo, entre otros, y mejor aún, certificados por su proceso de biodegradación de 15 días bajo composta.
Sin embargo, tenemos que ser conscientes de su uso efímero y el peligro que suponen para la vida silvestre y los ecosistemas. No sólo los popotes, sino todo plástico de un solo uso.
Si de verdad los necesitas, o amas beberte tu café helado con popote como yo, uno de acero inoxidable o de plástico, pero del reutilizable que puedes lavar y usar muchas veces, son las mejores opciones.
Puedes leer más sobre ello en: https://www.gob.mx/semarnat/articulos/popote-mas-plastico-que-peces-en-el-mar y https://www.excelsior.com.mx/global/2017/11/21/1126798
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