En el mundo entero estamos presenciando un túmulo de transformaciones en todos los sentidos. El covid-19 nos movió “el tapete” durante casi todo el 2020, también derrumbó proyectos económicos, políticos y sociales. Aun así, estamos por cerrar el año puestos y dispuestos, entre caídas, levantadas y visitas médicas. Obligando a la política a ser más austera, ligera y efectiva; en lo económico, a muchos, todavía no nos cae el veinte; en tanto que en lo social los contrastes siguen sin poderse superar, al incrementarse el número de pobres, divididos y sufriendo calenturas políticas ajenas.
Sinaloa no se escapa a los diversos fenómenos que transforman al mundo, y ya es común observar y sentir cambios que le están dando un nuevo giro a la política, la economía y la sociedad, negarlo es estar fuera de lugar.
Estamos en el momento y las fechas propicias para hacer una serie de reflexiones y consideraciones sobre aspectos tan fundamentales como la familia, la educación de nuestros hijos, nuestros valores, la economía, el civismo, la unidad, el cuidado de la naturaleza y las demandas que tenemos como sociedad. En fin, la realidad sinaloense, el futuro a corto y mediano plazo, y sobre todo la responsabilidad que tenemos como ciudadanos de bien.
Existen reglas que nos sirven para una mejor convivencia como familia y sociedad. Todos tenemos necesidades y obligaciones, siempre se requerirá conciencia, unidad, respeto y participación para salir adelante, el desarrollo de México y Sinaloa está lleno de buenos ejemplos y tradiciones que nos deben motivar y enorgullecer.
Desde su origen nuestro país sufrió grandes atrasos por la carencia de los satisfactores necesarios para desarrollar una vida estable y decorosa. Fue un país aislado en lo interior y en lo exterior. Actualmente estamos mejor integrados en lo interior, gracias a la visión y participación ciudadana; y en lo exterior, nos estamos abriendo paso. Ambos aspectos han sido producto del amor a la vida, del espíritu de superación y del valor e inventiva del mexicano.
La reciedumbre y la calidad de los sinaloenses siempre surgen en los momentos necesarios. Los sinaloenses tenemos atributos muy propios que nos engrandecen y dan estabilidad a la familia. En muchos hogares el sustento lo proporcionan las mujeres, marcando con ello la conducta y la actitud de sus hijos. Sinaloa cuenta con grandes hombres y mujeres que nos deben llenar de orgullo, a pesar de la mala fama que a veces mancha nuestra entidad.
Es cierto que en Sinaloa también se viven momentos difíciles, con muchos ausentes que no retornarán a su hogar ni tendrán una tumba a donde llevarles flores; otros han muerto sin poder despedirse enfrentando un virus que nos mantiene en la incertidumbre. Aun así, el mundo sigue su curso, luchando en contra de la adversidad con un destino ineludible.
El Sinaloa de ayer apenas se asemeja al que están viviendo las nuevas generaciones. El país del que formamos parte ha cambiado al igual que el mundo. Por ello, las nuevas circunstancias globales nos exigen conocimiento profundo de sus cambios, necesidades y oportunidades.
A unos días de que termine el 2020, los sinaloenses tenemos una visión clara y articulada de los grandes problemas que se han acumulado en todos los órdenes, desde los que sostienen y reproducen los más bochornosos grados de desigualdad social hasta los daños que va dejando el covid-19, la delincuencia organizada, la corrupción y la impunidad. En fin, la vida es tan rápida y compleja que no puede describirse en cortos renglones. Lo que sí quiero desearles a todos ustedes es una “FELIZ NAVIDAD” y un año 2021 lleno de salud, armonía y felicidad.
Gracias por compartir con nosotros el 2020, por sus comentarios, su tiempo y su amistad. Con el favor de Dios estaré de regreso con mi columna el 4 de Enero próximo. ¡Qué Dios los cuide y los atropelle la felicidad!
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