Si realmente en el Congreso de Sinaloa permeara el espíritu democrático y de Justicia, hechos y razones sobran para que más de dos qué tres munícipes estuviesen desaforados y en la cárcel.
Más que justicia, en el caso del “juicio político” al alcalde de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, lo que se observa es un abusivo uso del poder legislativo para ajustar cuentas políticas.
Es una verdadera desproporción tratar de utilizar este mecanismo, de forma soterrada y en lo oscurito, contra alguien que, se esté de acuerdo o no, en lo fundamental ha utilizado la propia ley para defenderse de las decisiones del Congreso que él cree injustas; pero la respuesta ha sido el grosero exceso de fuerza que, insisto, debería utilizarse contra munícipes que a la vista de los ciudadanos, y de los propios diputados, han desviado millonarios recursos.
La historia ha demostrado que el poder en manos mezquinas y vengativas, se convierte en el peor enemigo de la sociedad. Si en realidad, ante este hecho grave, el gobernador Rubén Rocha no tiene metidas las manos, sería no solo prudente, sino fundamental para Sinaloa que ofreciera públicamente su posición. La verdad es que es inevitable que, como siempre, las miradas de la sociedad se dirijan al Tercer Piso.
Y es que ante la reiterativa frase de que “no somos iguales”, la raza también tiene una respuesta: Si, efectivamente, no son iguales pero hacen lo mismo. O peor.
Hay niveles.
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