Con dos goles en el primer minuto de cada tiempo, el Porto sorprendió en el estadio Do Dragão (2-1) a una Juventus con pocas ideas, que consiguió salvar la noche del desastre con un tanto en la recta final del partido que dio vida a la eliminatoria de la Champions League
El partido se abrió al minuto en una salida desde el fondo del conjunto visitante. Rodrigo Bentancur se encontró presionado y ante la posibilidad de ir hacia adelante buscó atrás a su arquero, aunque no vio que Taremi se encontraba presionando allí. De esa manera, el uruguayo le regaló la pelota a su rival, quien recibió en el área y marcó con facilidad el 1 a 0.
El trámite del encuentro tuvo a la Juventus con la intención de atacar para conseguir el empate, pero la falta de espacios y de ideas le impidió generar situaciones claras en el arco contrario. Tanto fue así que Agustín Marchesín apenas tuvo que esforzarse en una ocasión, ante una chilena de Adrien Rabiot en un centro al área, única arma ofensiva que mostró el cuadro italiano.
Por su parte, el Porto apostó a la presión y al contragolpe, estrategia que si bien sirvió para abrir el marcador y para desgastar constantemente al rival, no le permitió generar muchas más ocasiones que aquella antes del minuto, aunque le permitió alejar de su área al último campeón de la Serie A. De esa manera, el primer tiempo finalizó 1 a 0 para el local.
La charla técnica de Andrea Pirlo no dio efectos en sus jugadores porque a los 20 segundos del complemento, el Porto festejó el 2 a 0. Wilson Manafá llegó hasta el fondo por derecha, juntó marcas y lanzó un pase filtrado al medio para que Moussa Marega, quien se cerró para que pase el lateral, reciba en el área chica, se acomode con total libertad y defina contra un palo para gritar el segundo gol de su equipo.
Afortunadamente para la Juventus, cuando restaban 10 minutos para el final y ya habían entrado Morata y Ramsey para buscar el descuento, llegó el tan ansiado tanto. Fue Alex Sandro el que lanzó un pase al hueco por izquierda para que Adrien Rabiot pique en diagonal hacia allí, abandone el mediocampo y aporte el desequilibrio y la sospesa que su equipo no tenía y necesitaba. El francés levantó la cabeza y en lugar de buscar a Cristiano, que ingresaba a toda velocidad por el centro con tres marcas encima, apostó por apuntarle a Federico Chiesa, quien llegó libre por la derecha y con un remate mordido logró colocar la pelota contra el palo más lejano de Marchesín para estampar el 1-2.
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