Actualmente es la Primer Ministra de Finlandia. Sanna Mirella Marin tiene 36 años. Una joven mujer. Carismática. Para muchos es “la política de moda”. En poco tiempo ha pasado de alcaldesa al puesto número uno. Donde todos los reflectores apuntan a ella.
Su trabajo en estos dos años de pandemia se ha viralizado. Ha resultado en ella un liderazgo eficaz en contener el COVID-19 en su país. Nada mal, para ser una joven. Nada mal, para ser la ‘inexperta’. Sobre todo, cuando surgen las inevitables comparaciones con otros líderes mundiales.
Siempre hablar de mujeres en el poder es hablar de lucha. La brega sigue. Es permanente. Los logros parecen efímeros. Se adivinan cada uno como grandes hitos. Urge normalizar. Siempre en positivo.
América ha comenzado la tarea. Kamala Harris en los Estados Unidos, es vicepresidenta. Fuerte, aguzada, hábil. Con base social. Respaldada por el presidente Joe Biden, codo a codo encarnan al “Tío Sam” ante el mundo. Es la primera mujer en ocupar este cargo. Y primera afroasiática-americana en lograr esta función. Desde joven dijo que quería estar “en la mesa donde se toman las decisiones” y vaya que lo logró.
Xiomara Castro Sarmiento, presidenta de Honduras. Caso de éxito reciente. El país más violento de Centroamérica ungió a una mujer valiente, activista y con capacidad de sobra para dirigir al pueblo catracho. De 2006 a 2009, fue primera dama con su esposo el expresidente José Manuel Zelaya Rosales.
La ciudad más compleja del mundo la gobierna Claudia. Mexicana, de apellido Sheinbaum Pardo. Gobierna CDMX desde 2018. Criticada y asediada. Reconocida y respaldada. La jefa de gobierno es santo y seña de la cuarta transformación. La “4T”. Entiende la política del presidente y ejecuta eficazmente. Guste o no, nos representa a las mujeres. A las que aspiramos a crecer, a sobresalir. A ocupar espacios “en la mesa” que la joven Kamala añoró.
De derecha. Izquierda. U oposición. Impuestas. O por elección popular. Ellas ejercen el poder. No importa el Partido Político. Bien o mal. Marcan agenda.
Al final, más allá de la política. Todas ejemplares. Todas esposas. Todas comparten el rol de ser madres de familia. Un trabajo que no se ve cómo tal. Pero es el más importante.
Todavía estamos muy lejos para que la “igualdad de género” sea equitativa. Hay un avance. Es lento. El factor cambio, cobra factura.
Vivimos en una “sociedad conservadora”. En México. El machismo es el enemigo a vencer. Queramos o no. La violencia de género. Discriminación. Acoso laboral. Sometimiento. Son factores a vencer.
La lidia es permanente. La cifra récord no es justa. Sólo 20 países de la ONU tienen a una mujer como Jefa de Gobierno o de Estado. Del resto, 118 naciones nunca han tenido a una Sanna, Xiomara o Merkel. México incluido.
Las niñas y jóvenes deben saber que sí es posible. Debemos alzar la voz, prepararnos y competir. Aspirar, soñar y actuar.
Creo firmemente, que hoy más que nunca, depende de nosotras. La brecha es cada vez más corta. Pero la lucha, por nuestro bien y el de todos, debe seguir.
Twitter: @jvanessafelix
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