El Fuerte, Sin.- Imposible no enamorarse de la magia que permea al visitante desde que éste pone un pie en el pórtico del Torres; un hotel fantástico, que se ennoblece con cada habitación que posee, las cuales son únicas, temáticas, hermosas y adecuadamente encantadoras, mismas que ostentan vida y resplandor propio. No hay, no se encuentra, no existe, un lugar que iguale la tentación de prologar la estadía como en este hotel, acertado en el corazón del pueblo mágico de El Fuerte.
25 habitaciones, cada una nombrada por la historia que le envuelve; desde la composición misma del diseño o su arquitectura, hasta la finísima ilustración de los objetos, que aunque inanimados, se vuelven esencia misma del espacio que cobija los sueños de los durmientes.
Cuartos alusivos a regiones geográficas del mundo que incitan al huésped a realizar un viaje con los sentidos, donde la imaginación se complementa con la vista, el tacto con las texturas y el olfato con el placer de vivir una experiencia insuperable. Connotaciones añejas muestran la antigüedad en la composición de algunas habitaciones que indiscutiblemente prueban que el paso de los siglos endulza la estructura de los sitios que son conservados con amor y consagración.
La habitación nupcial ha sido testigo de más de mil y una noche de amor puro; la inmensa caída de sus suaves sedas asimilan la lluvia de estrellas que ofrece la vía láctea con su blanco encanto a los fascinados, atestigua pues, la constelación de la recámara el inicio de un amor que será, al menos en juramento ese día, eterno. Dicen que, aquella pareja de enamorados que pasa su noche de bodas en el Torres tendrá un amor pleno y duradero, pues jamás ha retornado a hospedarse una pareja de divorciados.
Los jardines del hotel son ideales, literalmente, cada uno ostenta su naturaleza propia que engalana sus andadores breves, pero adecuados a la constitución del sitio.
La cantina del Torres tiene una presencia distintiva; el olor a cuero y a madera enloquece el sentido. El perfecto acomodo de su barra y la colorida armonía de la contextura de la cristalería de bebidas instigan al visitante a deleitar uno de los placeres del vivir: el beber. Lo mismo sucede con el restaurante, el cual arrinconado entre obras de arte, empoderado por la pintura y la escultura convocan al comensal a cumplir absolutamente todos los antojos culinarios.
La calidez del lugar promueve un escenario de encanto, no existen palabras que propongan una justificación para ir y vivir en carne propia esta maravillosa estadía, simplemente al visitar El Fuerte, Sinaloa, tienes que hospedarte en el Hotel Torres.
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