¿Has escuchado el término estrés hídrico?
Hablamos de estrés hídrico cuando la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible durante un periodo determinado de tiempo, o cuando el uso del recurso se ve restringido por su baja calidad.
México es actualmente el segundo país en Latinoamérica con mayor estrés hídrico, mientras que, a nivel nacional, Sinaloa el décimo.
Si bien el calentamiento global juega un papel importante, la principal razón de esto es la demanda excesiva; a medida que crece la población, crecen las actividades económicas, la industria y la generación de energía eléctrica. Además de toda la alteración de las cuencas hidrológicas debido a actividades humanas como la deforestación, la urbanización y otras operaciones que de una u otra forma cambian el régimen hidrológico.
Sus impactos, como se imaginarán, son a gran escala, ya que el estrés hídrico provoca un deterioro de los recursos del agua dulce en términos de cantidad y de calidad.
A pesar de que México tiene material legislativo que busca regular el recurso, como un punto en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030, se estima que, si mantenemos el ritmo actual, para ese mismo año el agua renovable per cápita alcanzará niveles cercanos e incluso inferiores a los 1,000 metros cúbicos por habitante al año, lo que se califica como una condición de escasez o estrés hídrico grave.
Aunque la mayor parte de la responsabilidad cae en las grandes industrias y empresas multinacionales, como ciudadanos sabemos de todo lo que nos corresponde hacer ya que el cuidado del agua es un tema que se viene manejando desde hace años.
Sin embargo, es fundamental que generemos un cambio de mentalidad sobre el uso del agua, y sobre todo, de su reuso correcto.
Entonces, asegúrate de no desperdiciar el recurso. Más durante esta temporada grave de sequía tanto en el estado como en México; los goteos pueden llegar a consumir entre 50 y 100 litros al mes.
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