El Gobernador, RUBÉN ROCHA MOYA, jamás imaginó que al inicio del segundo año de su administración tendría en sus manos la papa caliente que le dejaron en Sinaloa las fuerzas federales con la detención de OVIDIO GUZMAN LÓPEZ, acontecimiento que sin duda marcará su gobierno tal como sucedió con QUIRINO ORDAZ COPPEL, por el tan sonado “Culiacanazo”.
El tema del crimen organizado es complejo, y por seguridad, difícil de abordar. La siembra, producción y comercialización de drogas corrompe todo lo que toca, los recursos económicos que se mueven son difíciles de cuantificar; también influyen en lo político donde imponen candidatos y en ocasiones tienen alta influencia en los asuntos del gobierno.
Aquí hay muchas preguntas que quedan en el aire ¿Por qué tanto armamento utilizado por “los malos” en las dos ocasiones que detuvieron a Ovidio? ¿De dónde salió tanto sicario? ¿Dónde se esconden y quién los protege? ¿Será seguro transitar por las calles o caminos de Culiacán, Navolato y Ahome?
El narcotráfico se empoderó en las zonas marginales de los altos de Sinaloa debido a la situación socioeconómica en la que viven, el tipo de suelo y clima que existe, además de que los principales líderes de los grupos que controlan esta actividad son originarios de estas tierras. Sin embargo, hay que reconocer que este fenómeno se ha extendido a todos los municipios de la entidad y ahora se puede decir que el 100% del territorio sinaloense está contaminado y muchas de nuestras hijas e hijos conviven con ellos o han creado núcleos familiares, poniendo en evidencia la descomposición social existente.
La sociedad sinaloense ha tenido que soportar el fenómeno y sus impactos, pero desgraciadamente el cinismo social lo ha convertido en parte de nuestro paisaje debido a intereses muy particulares de funcionarios públicos, organismos sociales, empresarios sin escrúpulos y despachos de profesionistas que se prestan para la impunidad y el lavado de dinero de color verde.
El Estado es el principal proveedor de seguridad pública, y junto con la sociedad, es el responsable de la evolución y efectos de la criminalidad, misma que hoy esta dimensionando la violencia con enfrentamientos abiertos entre las fuerzas castrenses y el crimen organizado en algunas comunidades y ciudades del Estado, principalmente en Culiacán.
El narcotráfico es un problema heredado por el gobierno de ROCHA MOYA y puede ser un freno para el desarrollo político y económico del Estado. Los hechos ocurridos “el jueves negro” seguramente impactarán en la elección del 2024, cambiarán las reglas del juego y seguirán produciendo temor en una sociedad cansada de tanta impunidad, corrupción e inseguridad.
Las actividades propias del narcotráfico (producción, transportación, distribución y venta) generan divisas no registradas, lavado de dinero, desarrollo económico y violencia. Además, es un problema social y de seguridad nacional por sus operaciones, lucha por territorios, sobornos, así como por poner en conflicto de legitimación y acción al Ejército y la Marina.
En Sinaloa están los orígenes de liderazgo y es sede de negocios familiares. Por ello, desde gobiernos anteriores se han implementado acciones tratando de acabar con este problema. Como ejemplo tenemos el gobierno de ALFONSO G. CALDERÓN, quien logró “podar” el problema del narcotráfico apoyado por la sociedad y el gobierno federal. Vacunado contra la corrupción, el entonces gobernador atrajo el apoyo del ejército a Sinaloa e implementó “La Operación Cóndor”, misma que logró limpiar temporalmente al Estado, pero al arribo de su sucesor las cosas siguieron igual.
Por lo pronto solo queda esperar las acciones a seguir por parte del gobierno de RUBÉN ROCHA MOYA, quien está obligado a sacarse la espina y limpiar la casa para darle otra cara a Sinaloa y hacer que retorne la paz y tranquilidad.
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