Desde siempre, según la SEMARNAT, se ha conceptualizado al rol de la mujer en una relación especial con la naturaleza, considerándosele como una realidad unitaria en donde las mujeres se encuentran comprometidas altruistamente con en ella y donde son las principales voluntarias en luchar contra el deterioro ambiental.
Sin embargo, nos olvidamos completamente del contexto. Las relaciones diferenciadas de hombres y mujeres con la naturaleza son socialmente construidas, determinadas por la cultura y derivadas del rol de cada género en la sociedad.
Además, como lo señala Nancy Santana Cova en su ensayo Las Mujeres y la Naturaleza como Símbolos, aunque se observa a las mujeres como el sector social idóneo para curar las heridas del medio ambiente, nos olvidamos de que, hasta ahora, las mujeres han sido invisibilizadas, violentadas y explotadas.
Aunado a eso, según diversos estudios, las mujeres son un grupo de alta vulnerabilidad ante el Cambio Climático y desastres naturales; por ejemplo, después de que dos ciclones tropicales azotaran Vanuatu en 2011, se presentó un aumento del 300% en nuevos casos de violencia doméstica.
Y sobre todo es importante mencionar que han sido los hombres de los países desarrollados y dirigentes de las empresas trasnacionales quienes han causado los peores daños a la naturaleza.
Entonces, ¿es responsabilidad exclusiva de las mujeres el remediar todo el daño causado por el otro género? Dicho debate lo presenta una peculiar corriente activista: el Ecofeminismo.
A pesar de que es un movimiento muy reciente en América Latina, el Ecofeminismo es una de la corrientes teóricas y prácticas generadas en la década de los 70’s que pone especial atención a cómo el desarrollo económico de los grupos dominantes ha promovido una explotación desmedida de la naturaleza y en cómo esto afecta de manera especial a las mujeres-
Esta corriente de activismo relaciona a la naturaleza con la mujer y la economía capitalista, analizando críticamente las creencias que apuntalan nuestro modelo de vida actual: ecocida, patriarcal, capitalista y colonial.
Al igual que con muchos aspectos, hay mucho que reflexionar sobre esta relación poco visualizada y asumida como “natural”. A pesar de que el género es una construcción social, las mujeres seguimos luchando cada día para conseguir las mismas oportunidades que los hombres, y el aspecto medioambiental es otra forma de analizarlo.
Es momento de autocuestionarnos y, así como hemos aprendido a lo largo de nuestra vida, también desaprender aquellas actitudes machistas que siguen rigiendo a gran parte de la sociedad.
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