Hoy les traigo una verdad un tanto incómoda pero necesaria para ser un poquito más conscientes de nuestro consumo, y es que las bolsas ecológicas que nos venden como alternativa a las de plástico desechables… bueno, no son tan ecológicas.
Ya sé, ¿cómo que no son ecológicas si es lo que va a salvarnos del uso desmedido de plástico? Bueno, es que, según el Diccionario Panhíspanico del Español Jurídico, para que un producto se nos venda con un perfil ecológico tiene que ser de acuerdo con la medida de ejecución aplicable al producto, es decir, materiales, emisiones y residuos asociados al producto a lo largo de su ciclo de vida que sean significativas desde el punto de vista medioambiental y se puedan expresar en cantidades físicas medibles.
Las bolsas “ecológicas” que encontramos en supermercados no dicen de qué están hechas, ni cuantas veces deben usarse para compensar su huella ambiental, y eso, es información mínima necesaria antes de vender un producto como ecológico. Y no, no se pone en discusión el daño ambiental de las bolsas de plástico: cada una de ellas tarda entre 400 y 1000 años en degradarse, pero habitualmente pensamos que su daño se genera una vez descartadas.
Las bolsas tienen un enorme costo de producción que afectan directamente al medio ambiente. La cantidad de energía que se usa para su creación, las veces que pueden reutilizarse, cuán fácil es en verdad reciclarlas y cuánto tardan en descomponerse son algunas de variables que deben tomarse en cuenta para calcular su impacto real en el medio ambiente. Por ejemplo, para fabricar una bolsa de papel se consume cuatro veces la energía que necesita una de plástico. Y si bien estas últimas se crean a partir de petróleo refinado, las de papel requieren la tala de árboles. Y las de algodón ni se diga; su impacto iguala a algunas prendas de moda.
La Agencia Medioambiental de Reino Unido estudió en 2006 las bolsas de diferentes materiales para determinar su durabilidad y reutilización y así determinar el impacto real en el calentamiento global en relación al producido por el plástico. En promedio, para ser sustentables, las de papel debían ser reutilizadas al menos tres veces, mientras que las de algodón, no menos de 131.
Aclarado todo esto: ¿las bolsas ecológicas son amigas o enemigas? Si compramos una cada vez que vamos al súper porque se nos olvidó la que ya tenemos y vamos acumulando muchas, obviamente van a ser enemigas. Sin embargo, si usamos las que ya tenemos hasta que se nos rompan, y las arreglemos y las volvamos a usar, serán amigas.
Y hay algo aún mejor: usar las de plástico que ya tenemos tanto como sea posible. De hecho, transformar alguna camiseta vieja en una bolsa, es lo más ecológico que podremos hacer.
Comentarios sobre esto post