Si ya no acepto las bolsas del plástico del super ni uso popotes desechables, ¡¿por qué el océano estaba en llamas?!
Cuando pensábamos que ni el 2021 ni nuestro país podía sorprendernos más, un incendio causado por una fuga de gas en un gasoducto de Pemex en el Golfo de México a la altura de Campeche llama la atención internacional el pasado viernes 2 de julio. Aunque el incendio fue extinguido después de cinco horas, y la empresa mexicana asegura que no hubo daño ambiental ni derrame de petróleo, el suceso ha preocupado a muchas organizaciones y ambientalistas de talla global.
Esto debido a que las consecuencias ambientales aún no están del todo claras, la forma ineficiente de atender la emergencia, y la preocupación por sucesos futuros de esta índole, sobre todo por la gran insustentabilidad tanto ambiental como económica de la empresa.
De hecho, en 2019, un estudio del Instituto para la Responsabilidad Climática de Estados Unidos reveló las 10 empresas más contaminantes del mundo, donde Pemex ocupa el lugar número 10: la petrolera emitió 22 mil 645 millones de toneladas de dióxido de carbono entre 1965 y 2017, lo que representa el 1.67% de lo generado a nivel internacional; actualmente, la empresa aún se encuentra en la lista. Y pues, ya que estamos en esto, Pemex, en 2013, en realidad tenía un plan de acción con una serie de metas de adaptación y mitigación del cambio climático, sin embargo, a partir de 2017 y 2018, los objetivos desaparecieron de los planes de la compañía.
Pero bueno, más allá de la compañía como tal y su inexistente responsabilidad ambiental, el pasado incendio deja en claro varias cosas: primero, el riesgo al que estamos expuestos al seguir dependiendo tanto de los combustibles fósiles no renovables; segundo, nuestro futuro ambiental incierto al ser parte de este modelo capitalista que pone la explotación de los recursos como prioridad y expone los ecosistemas de esta forma; y tercero, la falta de interés de parte de los gobernantes.
Porque sí, lamentablemente este tipo de emergencias ambientales no van a disminuir con prácticas individuales como las que mencioné al principio, sino con un cambio sistemático y una buena estrategia ambiental gubernamental. Eso no quiere decir, tampoco, que nuestros granitos de arena sirvan de nada, sino que tenemos que exigir responsabilidad ambiental a nuestros gobernantes, informarnos lo más que podamos de estos sucesos y estar al tanto de peticiones o firmas por internet que puedan darle más visibilidad a nuestra preocupación por el futuro.
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