El proceso electoral del 2021 no es uno más, tiene mucho significado, toda vez que los resultados que se obtengan mostrarán la participación ciudadana y serán la mejor calificación del gobierno de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, quien dicho sea de paso, cerró el 2020 con un nivel de aprobación del 62%. También mostrará la fuerza de MORENA, y la de los partidos políticos coaligados PRI, PAN y PRD, que buscan frenar al gobierno de la 4T bajo la bandera “si por México”. Lo que pinta el 2021 con una confrontación del Presidente con la oposición a su gobierno. La joya de la corona será la Cámara de Diputados y las 15 gubernaturas en juego. La lucha por venir será voto por voto y en ello cuentan resultados y errores de partidos, candidatos y gobiernos. Además los resultados electorales de junio venidero marcarán el inicio de la sucesión presidencial del 2024.El 2021 será una buena oportunidad para preguntarnos sobre las grandes problemáticas que hay que enfrentar como sociedad y resolver como gobierno. Entre ellas lo que pasa en materia económica, educativa, de salud, seguridad, cambio climático, agua, medio ambiente, desigualdad social, etc. La solución no caerá del cielo, se han invertido grandes cantidades de recursos económicos y humanos, pero aun así los problemas siguen presentes.La población mexicana y el mundo entero miran el inicio de año como un renacimiento para replantear sueños, metas y objetivos. La nueva realidad obliga a hacer cosas diferentes al pasado, encontrando nuevos caminos y directrices de sus gobernantes. Pero también es la oportunidad electoral para distinguir quien es quien, entre todos aquellos que buscarán el voto.El sistema electoral mexicano se ha transformado vertiginosamente. Haciendo historia, en condiciones de atraso y devastación la revolución emitió su primera ley electoral en 1918. Para 1929 se concibió una alianza de corrientes y un frente de diversas organizaciones sociales. México organizaba la transmisión pacífica y ordenada del poder y dotaba al Estado de bases sociales, salto cualitativo que muchas naciones aún no han podido conseguir. No hace mucho las casillas electorales se integraban con los primeros cinco ciudadanos que llegaban a votar, generando con ello toda clase de contrariedades e incertidumbre. Los organismos electorales no incluían partidos políticos; no existía el Instituto Nacional Electoral; no había prerrogativas ni seguridades para las organizaciones políticas nacionales o regionales. En esos tiempos los partidos políticos con ideologías radicales estaban prohibidos por la ley, su acción no era política era delito.Hoy como prueba del innegable avance democrático del país, con sus defectos diversos, existen las candidaturas de representación proporcional en todas las legislaturas y en casi todos los municipios. Paralelamente a todo esto, se ensanchó el espacio de participación para las mujeres y su ampliación a la juventud. De este lapso a la fecha, el proceso electoral se ha transformado en un rico, preciso y complejo sistema que aglutina a miles de personas solo para organizar las elecciones. Por él se hacen campañas y se le dan al ciudadano opciones ideológicas y programáticas diferenciadas y viables, y a través de su voto él decide quién se queda y quien se va.Los partidos políticos intervienen mayoritariamente en los órganos electorales. En las casillas hay autoridades definidas y representantes de los partidos políticos para que vigilen y certifiquen la legalidad de las elecciones. Se ha establecido un Tribunal Electoral imparcial, constituido por juristas de probidad y prestigio. Hoy se tiene instituciones y procedimientos electorales para una contienda democrática de auténtico alcance histórico, donde el gobierno del Presidente LÓPEZ OBRADOR, defenderá el proceso electoral con uñas y dientes; mientras que la oposición buscará el triunfo en cada uno de sus candidatos para con ello frenar a un presidente al que no han podido debilitar. La democracia electoral mexicana es, como en el resto del mundo, un proceso inacabado, en evolución, con perspectivas abiertas por voluntad de las mayorías y con capacidad para adaptarse al cambio que su propia acción genera. La democracia es un proceso dinámico pero no inevitable; es un acto de voluntad y perseverancia donde aún prevale el engaño, la manipulación y la lucha por el poder que sirve para beneficiar a unos cuantos.Nuestras instituciones democráticas requieren, por eso, ser recreadas a diario por ciudadanos, grupos y sectores. En su interior se sujetan a la lucha cotidiana contra el ritual y la rigidez, entre la dinámica de cambio y el riesgo de la dispersión. Esta lucha no se gana antes de librar la batalla, y en la lucha por gobernar Sinaloa están RUBÉN ROCHA MOYA de MORENA; SERGIO TORRES de Movimiento Ciudadano; HECTOR MELESIO CUEN OJEDA del PAS, y esperando el parto de la coalición PRI, PAN, y PRD. Mientras que por las candidaturas a las diputaciones federales son varios los apuntados entre ellos: GERMAN ESCOBAR, VICTOR GODOY, SERGIO ESQUER PEIRO, FAUSTINO HERNANDEZ, HELENO FLORES, GUILLERMO CHAPMAN MORENO, entre muchos más.También los grupos fácticos de poder siguen vigentes y actuantes, con el agravante de que los micros poderes que pululan en la sociedad se están proyectando como obstáculos para el desarrollo político, social y económico. Basta con ver la infinidad de grupos que protestan, exigen, reclaman y denuncian, hay de todo como en botica, a pesar de querer cerrar los ojos a la realidad. Agricultores, campesinos, transportistas, maestros, pescadores, comerciantes, mujeres, burócratas, personal de salud, etc. Cada quien hace sentir su espacio y sus necesidades. Sin olvidar que también sus votos cuentan y mucho.
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