“El tigre anda y bulle en las sierras, y entre las peñas y riscos, y también en el agua, y dicen es príncipe y señor de los otros animales. Es bajo y corpulento y tiene la cola larga. La cabeza grande y los ojos relucientes como brasa”: así fue descrito el jaguar en el siglo XVI por el cronista fray Bernardino de Sahagún. Este gran felino, perteneciente a la familia Felidae, era totalmente desconocido para los europeos en su llegada al continente americano.
Se trata del único felino grande de América y el tercero más grande del mundo, después de los tigres y los leones. Este hermoso mamífero de 45 a 130 kg de peso, 1.70 a 2.30 m de longitud desde la nariz hasta la punta de la cola y con un promedio de vida de 20 años, presenta pelaje color café amarillento con rosetas negras de forma irregular y en algunos casos negro, y es ágil para correr y nadar grandes distancias. Gracias a él se equilibra la flora y la fauna, pues es una especie sombrilla que propicia la conservación de los ecosistemas que habita: se alimenta de gran variedad de vertebrados, más de 22 especies de mamíferos, aves, reptiles y peces, lo que lo convierte, también, en el depredador más formidable del trópico americano.
Su área de distribución original se extendía desde los áridos matorrales de Arizona y Nuevo México, en el sur de Estados Unidos, hasta las selvas de Misiones, en el norte de Argentina. En México habitaba las regiones tropicales y subtropicales, desde Sonora y Tamaulipas en el norte del país, bajando por las planicies costeras del Golfo de México y del Pacífico, hasta Chiapas y la Península de Yucatán.
La palabra Jaguar proviene de la lengua Tupí-Guaraní “yaguara”, que significa “el que caza de un salto”, pero los nativos mexicanos lo llamaban Ocelotl, en Náhuatl, y Balam, en maya; de hecho, en ésta última civilización, el jaguar fue símbolo de poder, fuerza, fertilidad y era considerado un protector del campo y las cosechas.
Actualmente el jaguar está amenazado a nivel mundial, ya que 33 de sus 34 subpoblaciones están clasificadas como en peligro de extinción: sus principales amenazas son la fragmentación del hábitat y la matanza ilegal.
Ante el Foro Internacional Jaguar 2030, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas realizado en Nueva York el 1 de marzo de 2018, se propuso el 29 de noviembre como el Día Internacional del Jaguar, una fecha para sensibilizar sobre las amenazas a las que enfrenta el jaguar, y contribuir al compromiso global para salvarlo: el Corredor Jaguar, un plan que se extiende desde México hasta Argentina y propone asegurar 30 paisajes prioritarios para la conservación de la especie.
En México es mucho el esfuerzo que se está haciendo para su conservación, incluso somos el único país en Latinoamérica que ha logrado mapear su población. Aquí en Sinaloa, en San Ignacio, se encuentra una zona protegida donde, por cada 100 km cuadrados habita un promedio de 4 jaguares, gracias a ello, y al censo que se lleva a cabo desde 2010, se sabe que su población se ha mantenido y hay una tendencia al aumento.
Eso no quiere decir que bajemos la guardia: mantengámonos informados y reportemos cualquier actividad ilegal que suponga su amenaza.
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